2 y 3 de septiembre de 1988, The Mission en el estadio Obras.
Una Lalita de diecisiete años se tiró todo el encaje que encontró a su paso, puso una foto de Siouxsie junto al espejo, se maquilló con precisión quirúrgica y salió a la noche porteña. Un año y medio antes había tocado The Cure en Ferro -un show tan caótico que no se atrevieron a volver hasta mucho más tarde-, The Bolshoi había hecho un Obras también el 87, The Cult vendría tres años después. (Al primero no fui, lloré toda la noche. Mi mamá no me dejó ir porque recién operada de escoliosis tuve un accidente en moto con mi primo Pablo con quien vimos The Mission cien veces.) Como sea, la golden age del goth rock y en Argentina la vivimos en simultáneo, no como el punk que nos llegó años después.
The Mission. The Mission UK de este lado del océano. Qué no pueden hacer estos ingleses… Eran tiempos los que relato donde la herida de Malvinas sangraba (sangra aún, por supuesto) muy fresca y había cierto temor frente a estos conciertos y apuestas culturales; sin embargo, la música nos había hermanado. Ahí no hay fronteras. En ese momento, la banda había sacado apenas sus primeros dos discos: “God’s Own Medicine” en el 86 y “Children” ese mismo año y así y todo llenó dos Obras.
Contextualicemos: recién, hace un ratito, hoy 10 de octubre de 2024, The Cure sacó un nuevo single “A Fragile Thing” de su nuevo álbum “Songs of a Lost World” y ya estamos escuchándolo en todo el mundo a un click de distancia. No voy a hacer la cuenta de cuántos años atrás porque son cien, a fines de los ochenta, la música nos llegaba si con suerte viajábamos al exterior tipo Estados Unidos y Europa o lo hacía alguien cercano. Con lo cual establecemos que las 10.000 personas que estuvimos esas dos fechas (por supuesto fui a ambas) éramos grandes buceadores de tesoros. Y cómo moldeaba personalidades el rock. Las identidades se formateaban contraculturalmente, escuchábamos Joy Division, The Clash, leíamos Rimbaud, la Cerdos & Peces.
Wayne Hussey, la cara de The Mission, venía de Sisters of Mercy pero con Andrew Eldritch no se terminaron de entender, como eufemismo de se llevaban como el tujes. Sí que juntos hicieron lo que en lo personal considero el mejor álbum de los Sisters, el primero: “First and Last and Always”. (Hussey también fue criado mormón, organizó orgías y fue parte de Dead or Alive, esa locura hermosa que hizo bailar al más muertito.) Pero, ¡The Mission, people! Volvamos a la banda que nos compete.
Se continuaron los discos. “Carved in Sand”, todos hits (“Amelia”, una denuncia aterradora a los gritos de pedofilia intrafamiliar); “Neverland”, “Another Fall From Grace” (ya lo último manteniendo el vigor y la clave: su reinvención), solo por nombrar algunos. Tienen mucho título en vivo. ¿Por qué? Porque pueden. Los avala esta trayectoria que apenas estoy delineando en estas letras que mezclan digresiones y subjetivismos, fanatismo y obsesiones (no somos nada sin ellos). Estos veteranos del rock gótico que de rock no tiene mucho, por suerte, y sí mucho de vuelos y onirismos donde nos perdemos, son los padres,
junto a otros pocos contemporáneos suyos, los padres de tanta otra movida que se creó después. “Ella es mi tía”, me presentó mi sobrina a sus seis años con sus compañeritas, “es como la primera de los emos”. Como los Mission. Románticos desesperanzados, poetas torturados, esta subcultura que encuentra placer en los elementos más oscuros de la experiencia humana, decadentismo, dandismo -ya no sé si estoy escribiendo de The Mission o de Baudelaire-.
Cuando volvieron a Buenos Aires tras ese show de Obras, los entrevisté para MADHOUSE (Fabi Resakka prometió buscar esas fotos, después se las comparto: soy una loca sin cejas junto a un sonriente Wayne).
El año pasado vinieron y les y nos gustó tanto que sacaron un disquito, muy Argie, celeste y blanco incluir emoji de corazón “Live in Buenos Aires” y si prestás atención me vas a escuchar cantando a los gritos todos y cada uno de los temas.
2 y 3 de septiembre de 1988, The Mission en el estadio Obras. No lo recuerdo porque tenga una memoria óptima sino porque tuve la calcomanía del Pepsi Music, el contexto dentro del cual se realizaban estos conciertos (había una botella gigante de ese brebaje espantoso en la puerta del estadio), pegada en la carpeta del colegio. “¿Son felices?”, pregunta Hussey al público argentino en ese primer concierto, “Volveremos el año próximo”. Y sin cumplir rigurosamente porque se tomó unos cuantos años, volvieron
a Requiem, Vorterix, etc y otra vez los tendremos el 17 de octubre en Groove junto a Christian Death. ¿Christian Death? Fan, claro, los vi también, nos conocimos, sí, pero lo dejo para otra historia. Si me ven en el concierto, me saludan. Soy la de negro.
THE MISSION REGRESA A LA ARGENTINA ESTE 17 DE OCTUBRE EN GROOVE
ENTRADAS ACÁ
Texto y recuerdos: Lala Toutonian
Lala Toutonian (Buenos Aires, 1970) es periodista narrativa, crítica literaria y editora. Escribe en diferentes medios nacionales e internacionales como Le Monde Diplomatique, Coolt, revista Viva de Clarín, La Agenda, Diario Armenia, Perfil y otros. Colaboró con reseñas y presentaciones de documentales en Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici) y fue traductora en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Publicó varios ensayos en distintas antologías. Trabajó en Filba, donde estuvo a cargo del ciclo semanal de entrevistas públicas Eterna Social Club en la librería Eterna Cadencia. Se ocupó de la producción periodística y narrativa en el documental oficial de Attaque 77; y participó en otros. Hizo radio, periodismo de rock (aún hace) y fue parte de la primera etapa de MADHOUSE en los 90s; además da talleres de literatura, edita libros, corrige, traduce y cualquier cosa que tenga que ver con letras y música. Milita el reconocimiento del genocidio cometido contra el pueblo armenio.
Excelente nota, gracias a la vida por haber sido parte de aquella gloriosa época