El pasado sábado 2 de diciembre, el mítico recinto de Corrientes y Bouchard se transformó en un enorme salón de fiestas. Rata Blanca supo, tal vez como nadie en la escena local, forjar una exitosa carrera que le permitió su longevidad artística y ser prácticamente la única banda de metal argentina (la otra podría ser Animal), en trascender las fronteras de nuestro territorio. Así que motivos para celebrar sobraban, y en esta reseña te contamos todos los detalles .

Desde temprano las inmediaciones del Bajo porteño se vieron invadidas por los acérrimos fans de Rata, anticipando lo que a las 21 en punto sería una confirmación de algo que hace años es sabido. El poder de convocatoria  de la banda dio como marco un festejo a sala llena, Treinta y seis años pasaron ya de aquel 1985 fundacional, tiempo en el que el quinteto supo ganarse un lugar de privilegio entre las bandas más importantes del rock metálico en español. 2023 fue un año de mucha actividad, con giras por el país y en el extranjero (previo a este show, venían de hacer fechas en EEUU). Si ya el hecho celebratorio era por demás atractivo para un seguidor del grupo, el evento tenía como condimento adicional el anuncio del estreno de canciones inéditas. A la hora señalada, una cámara siguió el trayecto de los músicos desde los camarines hasta el escenario para que todos los presentes pudiéramos ver el recorrido desde las pantallas.

Las luces se desvanecieron y “Diario de Una Sombra” hizo saltar a todo el campo del Luna Park. Enganchada, vino “Sólo Para Amarte” para que la cosa no decaiga. La performance del cuarteto fue apuntalada por una escenografía sobria, consistente en cinco pantallas rectangulares detrás de la batería de Fernando Scarcella, y un juego de luces correcto, y no mucho más, porque se sabe que en un recital de Rata, el protagonista es la música. En ese sentido, el quinteto mostró la justeza y la destreza que ya a esta altura son marca de la casa, aunque lamentablemente el sonido no siempre acompañó, sobre todo para quienes estábamos próximos al escenario. La banda sonó pastosa y con poca claridad. Una pena que el audio no acompañara a un show que desde la ejecución fue impecable. Walter Giardino siempre al mando del grupo hizo lo que ya le conocemos, siempre acompañado por su inseparable Stratocaster. Por su parte, Adrián Barilari mostró que el paso de los años no ha hecho mella en su garganta. Tengamos en cuenta que su estilo vocal exige alcanzar notas muy altas, cuestión que a los cantantes ya veteranos les complica la tarea. Nada de eso ocurrió con el pequeño gran hombre a cargo del micrófono en Rata Blanca, y realmente Adrián tuvo una muy buena noche.

El setlist recorrió la discografía plasmada en estas tres décadas y media del grupo con clásicos que no podían faltar como “Mujer Amante”, o “Guerrero Del Arco Iris”, pero también incluyó los dos estrenos antes mencionados. La primera en la grilla fue “Hijos de la Tempestad”, tema cuyo riff tiene cierto aire a los temas medio tempo de los alemanes Accept.”Rock Is Rock”, el otro tema presentado en sociedad, en cambio continúa la línea estilística que la banda a tomado en su última etapa, dejando atrás en parte el metal clásico que los caracterizaba en sus comienzos, para hacer metal a secas, directo y contundente. fue cargadito, con un total de 24 canciones y casi 3 horas de show.

Para el final de fiesta se guardaron para los bises nada menos que cinco canciones, dejando para el último adiós a “La Leyenda Del Hada y El Mago”, acompañada por columnas de humo y papel picado como metáfora metalera de una piñata de cumpleaños. De fondo en las pantallas del escenario la estampa de el Negro Sánchez se hizo presente para decirle a toda  la familia ratablanquera, hasta pronto y gracias por venir. ¡Felicidades Rata Blanca!

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