Para muchos, Deborah Harry (que hoy 1º de julio festeja un nuevo cumpleaños) fue y es algo así como una diosa bajada directamente del Olimpo que nunca parece detenerse o quedarse sin energía. A sus 71 años, continúa siendo la eterna estrella de rock femenina por excelencia, pero la que tenemos como un icono de los inicios del punk neoyorquino y de la new wave de los 80 no empezó la casa por el techo, claro: antes dio unos primeros pasos completamente diferentes y que aquí, antes de soplar las velitas y cantarle el happy birthday, les contamos ya mismito.

Los 70, Debbie y su famosa camiseta Vuture: look punk en su máxima expresión

«Cualquiera que sobreviva en las artes tiene que estar locamente obsesionado con hacerlo, y no debe importarle trabajar duro», señaló la Harry en una entrevista concedida a Harper’s Bazaar en 2017. «Nunca es un ‘regalo’, -nunca se te ‘da’ a vos-, avanza centímetro a centímetro y se arrastra en tu situación». En esta etapa de su vida, Harry pasa la mayor parte de la semana en su casa en el campo, donde se mudó hace años para cuidar a su padre enfermo. No está lejos de la ciudad, donde todavía mantiene un hogar: «Es un viaje corto», dice ella. «Necesito ver a mis amigos». Harry ha pasado por muchos cambios en su vida pero lo que mantiene, aparte de su ética de trabajo, es su cabello platinado y su estilo sexy y de alta costura de la calle… A mediados de la década de 1970, se convirtió en un ícono de la moda vestida con su prototípico estilo punk-gótico: «Me volví conocida, famosa», dice, «cuando las cosas cambiaron y pasaron de los años hippies y el glam rock a ese estilo punk, desgarrado, minimalista, deconstruido y mod».

La tapa de High Times: no, no están hablando del fassso, sino de Debbie

Pero claro, las cosas no fueron siempre así: Debbie no siempre fue una punk rocker como Sheena, sino que tuvo un pasado… (digámoslo, bah) hippie. Sí, de llevar el pelo lacio, usar ropa estampada y todo lo que se les ocurra. Con las ganas de hacer música ya corriendo por sus venas, el primer paso lo dio con una banda llamada The Wind In the Willows (El viento en los sauces). En la edición de junio de 1977 de la revista pro-marihuana High Times, el entrevistador Neal Barlowe preguntó a Debbie y a Chris Stein (su pareja por entonces) sobre sus experiencias musicales anteriores, y se produjo el siguiente intercambio:

Neal: ¿Estuvieron en otras bandas antes?

Chris: Debbie grabó un álbum para Capitol con una banda de folkie rock barroco en el 68. Se llamaba Wind In The Willows.

Neal: Easy listening? (N: ¿Fácil de escuchar? – el entrevistador se refiere al género musical)

Debbie: Depressing listening (Deprimente de escuchar)

Con este último juego de palabras a cargo de la cantante de Blondie, rara vez se ha transmitido un alzamiento de cejas con tanto éxito a través de la palabra escrita… De todos modos, quizá no debió ser tan dura consigo misma: en 1977 probablemente tenía razón al despreciar algunas cosas hippiescas en las que tuvo parte activa tan solo nueve años antes. Pero hoy, desde el punto de vista de 53 años después del hecho (!), el álbum parece perfectamente inofensivo e incluso divertido. Sin embargo, lo justo es justo, no fue precisamente genial.

La tapa del libro que inspiró el nombre del grupo: hasta esto parece hippie

Volviendo a la banda, no es mucho lo que se sabe de la misma a nivel biográfico; sí es conocido el hecho recibió su nombre del libro del autor británico Kenneth Grahame, un clásico de la literatura infantil. Sus integrantes eran… unos cuantos: Wayne Kirby (voz, contrabajo, piano, clavecín, órgano, ondas), Ida Andrews (flauta, fagot, flautín, campanillas, voz), Peter Brittain (guitarra, voz), Paul Klein (voz, guitarra) Deborah Harry (voz, pandereta, platillos de dedo), Anton Carysforth (batería), Steve «Marvello» DePhillips (bajo, voz) Freddy (consejero espiritual); además, figuraban como «brisas auxiliares» (sic) Peter C. Leeds – y Artie Kornfeld, este último bongosero, percusionista y productor del grupo.

The Wind In The Willows (o al menos parte de), Debbie incluida, haciendo cola para sacarse fotos.

El único álbum de la banda, el homónimo «The Wind in the Willows» (1968, Capitol Records), alcanzó apenas el lejano puesto 195 en las listas. La banda se separó poco después de fracasar en lograr el éxito comercial o la aclamación de la crítica, sus dos metas más preciadas… Al año siguiente, Artie Kornfeld pasó de producir este álbum a ser nada menos que el productor musical del histórico festival de Woodstock en 1969. Debbie, por su parte, comenzó a dirigirse a su etapa punk uniéndose a The Stillettoes en 1974 y a otras bandas después hasta lograr el éxito en 1976 como cantante de Blondie, como bien sabemos. Pero esa, claro, es otra historia.

La tapa del álbum, con una Debbie jovencita, de pelo lacio y ambiente hippie chic

Volviendo ahora al álbum, cabe destacar que la quinta canción se llama «There Is But One Truth Daddy» y es una lectura del libro de Grahame con música (!). La cuarta pista es un cover de «My Uncle Used To Love Me But She Died» de Roger Miller. A pesar de su corta carrera, The Wind in the Willows llegó a grabar un segundo álbum que, comprensiblemente, nunca fue editado. ¿Y el paradero de esas cintas? Se desconoce al día de la fecha. En «Platinum Blonde», una biografía de Debbie escrita por Cathay Che, quizás alguien las tenga pero continúan desaparecidas; Debbie asegura haber aportado allí más voces que en el primer álbum, además de escribir la letra de un tema llamado, proféticamente diríamos, «Buried Treasure» (tesoro enterrado). ¿Lo descubrirá alguien algún día? Misterio. Mientras tanto, pueden escuchar el legado jipón de Debbie aquí debajo, seguido de un bonus: el videoclip (rareza en aquella época) filmado para el tema «Moments Spent»… Pónganlo de fondo y feliz cumple & peace & love.

d.

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