Unos incipientes Ramones en la primera mitad de los 70, cuya vestimenta hace notar el cruce de un estilo al otro: Johnny con pantalones de raso, Tommy con una mínima remerita, Dee Dee con pañuelito y Joey con un pulover onda Cobain (!)

Cuando se lanzó el primer álbum homónimo de los Ramones en abril de 1976, sonaba tan fresco e inmediato que era casi difícil de creer que los cuatro Brudders ya venían dando vueltas por Nueva York desde unos dos años antes. El 30 de marzo de 1974 hicieron su primer show, breve, directo, despojado y potente… como esta nota que hoy, medio siglo después, lo revive y lo recuerda.

La desopilante primera gacetilla del grupo, escrita por Erdelyi: «Los Ramones son originarios de Forest Hills y los chicos que allí crecieron se convirtieron en músicos, degenerados o dentistas. Los Ramones son un poco de cada uno. Su sonido no está lejano al de un taladro en una muela»

Ese «concierto», si se puede llamar así, en realidad tuvo lugar en el espacio de ensayo de la banda ante un puñado de amigos y asociados (crónicas de la época hablan de una treintena de personas), incluido el futuro baterista Tommy Erdelyi, quien por entonces estaba actuando como el manager del trío incipiente. Sí, leyeron correctamente: «trío», porque el desgarbado Jeffrey Hyman (el futuro Joey Ramone) todavía estaba sentado en la batería, mientras que el despelotado bajista Douglas Colvin (el inminente Dee Dee Ramone) intentó en vano encargarse de las tareas de vocalista principal, y el recio guitarrista John Cummings (el próiximo Johnny Ramone) machacaba la que sería la primera de sus muchas guitarras Mosrite (anteriormente tocada por una influencia clave, Fred «Sonic» Smith de los míticos MC5).

Lo que actualmente queda de los Performance Studios está ahí en el edificio del medio, ese con la escalera de incendios.

Pero volvamos un poquito más atrás en el tiempo para contarles que antes de trabajar con la banda, el futuro road manager Monte Melnick se dedicaba a tocar el bajo, saliendo de gira con un par de bandas y abriendo para los Beach Boys y Rush, entre otros, a principios de los 70. Tras asentarse en Nueva York, se le ofreció -junto a Erdelyi- la oportunidad de convertir un loft vacío en un estudio de grabación. Ambos abrieron así los Performance Studios en el 20 de la East Street cerca de Gramercy Park. «Él llevaba sus grupos, y yo los míos en aquel momento», cuenta Melnick; uno de esos combos, recuerda el manager, fue la mencionada primera versión de los Ramones. Esa primera presentación realizada el 30 de marzo de 1974 en los Performance Studios fue un showcase de unos veinte minutos y los resultados fueron los que podía esperarse del debut de un grupo: «No me gustaron para nada», recuerda Melnick; «eran muy crudos. Paraban de tocar y recomenzaban y se peleaban. Apenas podían tocar». Y no fue el único: “No fue lo que se dice un debut auspicioso”, escribió Tony Fletcher en el libro «All Hopped Up And Ready To Go», agregando que “el set colapsó varias veces resultando en el caos más completo»…

Los Ramones un año después de su debut, ya vestidos como corresponde (!)

En estas circunstancias retroactivamente curiosas y claramente efímeras, el flamante combo solo fue capaz de producir siete canciones de un minuto de duración con títulos llamativos que anticipaban profundas reflexiones filosóficas (?) tales como «No quiero ir al sótano», «No quiero caminar con vos», «Ahora quiero oler un poco de pegamento», «No quiero que me enseñen / No quiero que me domen», «No quiero involucrarme con vos» (esta canción era de Dee Dee), «No me gusta nadie a quien yo no le guste» y un sorpresivo «Succubus» (!).

No es una foto del debut, pero no está lejos: la banda toca en el CBGB, septiembre del 74

Como los fans de Ramones desde hace mucho tiempo saben muy bien, prácticamente todos estos primeros bocetos de temas terminarían apareciendo en el álbum debut de la banda, sin duda en una forma muy mejorada, pero al momento del show debut estaba claro para todos los involucrados que el grupo estaba lejos de estar listo para el mainstream. Así que pasaron los siguientes meses perfeccionando su oficio y visión única, mientras audicionaban a nuevos bateristas para que Joey pudiera salir al frente del escenario, finalmente decidiéndose por el propio Tommy cuando quedó claro que podía tocar esas partes metronómicamente exigentes y con ritmo de ametralladora mejor que cualquier otro de los bateristas que se postularon para el puesto.

Qué caras, qué gestos… la de Johnny se lleva la palma.

Como lo cuenta Melnick en su cuenta de Instagram, «Todo fue un poco desordenado, como podrán imaginar, pero después de esa noche practicaron durante 5 meses seguidos, cambiaron a Joey a la voz principal, consiguieron que Tommy se les uniera en la batería y se convirtiera en Tommy Ramone y audicionaron para Hilly Kristal en el CBGB, quien dijo: ‘No le van a gustar a nadie, chicos, pero dejaré que toquen». Luego hicieron su debut en el CBGB y como dicen, ¡el resto es historia!» Así, el clásico cuarteto finalmente se sintió preparado para dar su segundo concierto oficial -y auténtico primer concierto público- el 16 de agosto de 1974, en aquel legendario tugurio del por entonces tenebroso barrio del Bowery… El resto es historia, pero incluso la historia a menudo comienza en circunstancias extremadamente modestas, como las que rodearon el primer show de los Ramones.

Ramones en vivo, dos años después del debut: el motor ya está más afinado

BONUS TRACK: Las imágenes de video de ese legendario primer show son difíciles de desenterrar, si es que acaso existen. Pero otros videos tomados más tarde en 1974 muestran a una banda joven que todavía intenta encontrar su equilibrio. En un show del 15 de septiembre en el legendario CBGB, Joey (ahora frontman de la banda con Tommy a la batería) tenía una personalidad escénica que se apoyaba fuertemente en la teatralidad del glam rock, con su cuerpo larguirucho parado lánguidamente mientras levantaba el puño y la pierna en el aire. Se ve a Johnny con campera de cuero y sin camisa; Tommy toca con una camiseta rayada al mejor estilo Lou Reed, y Dee Dee… canta y toca el bajo, claro. A esto le agregamos también un show de 1975 en el loft de Arturo Vega, que muestra al grupo igual de fresco y desprolijo aunque notablemente más ajustado. Denle play y disfruten, mientras cantan el feliz cumpleaños mezclado con gritos de «gabba gabba hey!»

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