30 años para un disco icónico

En 1990 el heavy metal enfrentaba un momento difícil: las épocas de gloria de la primera mitad de los ochenta habían quedado atrás con la avanzada del glam metal y el inminente estallido del grunge. Si bien aparecieron ponderables subgéneros, como el thrash y el groove metal, vástagos de aquel momento de gloria de la NWOBHM, parecía que el metal tradicional había agotado su fuerza. Pero el 3 de septiembre de 1990 aparecería la salvación a través del cielo en llamas: “Painkiller”. El décimosegundo álbum de estudio de Judas Priest se editó un día como hoy de hace 30 años y te contamos algunas curiosidades.

Hill, Downing, Halford, Travis, Tipton: la lengendaria formación que dio vida a «Painkiller»

Hacia mediados de los ochenta, parecía que Judas Priest había agotado su fórmula con los cuestionados “Turbo” (1986) y “Ram It Down” (1988), cuestionados especialmente por el uso de sintetizadores y un acercamiento a un sonido más cercano al pop y la new wave. Sin embargo, Judas Priest -le pese a quien le pese- es la banda que marcó el norte del heavy metal a lo largo de los años 70 y 80 con joyas como “Sad Wings Of Destiny” (1976), “British Steel” (1980) y “Screaming For Vengeance” (1982). Y sin dudas lo volvieron a hacer en 1990 con “Painkiller”, uno de los discos más celebrados del estilo y considerado como el perfecto ejemplo de lo que es el heavy metal.

Portada del single Painkiller. Estos looks no dejaban dudas: no había lugar para temas tranquilos

1. «PAINKILLER» LE VALIÓ A LA BANDA SU PRIMER GRAMMY METALERO. Lanzado un 3 de septiembre de 1990, “Painkiller” es una de esas joyas infaltables que cualquier fan del metal presume en su colección.  Disco memorable y maravilloso, de esos sobre los que solemos decir que no les sobra ni una canción. Una de las fórmulas a las que recurrió la agrupación, en un gran esfuerzo por recuperar credibilidad y posicionarse nuevamente como los dioses del metal, fue volver a la esencia sublime de álbumes como “Defenders Of The Faith” (1984) y renovarla con el poder sonoro que la nueva década necesitaba. Así, Judas Priest amplificó la agresión y aumentó los tempos para escribir diez canciones maravillosas que quedaron por siempre en la memoria de todos los amantes del metal. La crítica especializada celebró el disco recalcando su tono oscuro y agresivo, comparando este álbum con la época dorada de Judas de fines de los setenta y principios de los ochenta. Este reconocimiento no tardaría en amplificarse, cuando en 1991 Judas Priest recibe su primera nominación a los premios Grammy en la categoría “Mejor Interpretación de Metal”.

2. EL TEMA DE APERTURA ES UNO DE LOS FAVORITOS DE HALFORD. “Painkiller” como disco, pero especialmente como canción, lanzada como primer single, se convirtió en un manifiesto: si alguien preguntase qué es Judas Priest o, inclusive, qué es el heavy metal, más de una persona la pondría como ejemplo. Un excelente arranque de disco que sistematiza las intenciones y las actitudes de la banda a través de un glorioso duelo de cuerdas de Glen Tipton y K. K. Downing y un descomunal Rob Halford que despliega su poderío desde el momento en que lo escuchamos decir “Faster than a bullet…” En una entrevista para Kerrang! de 2013, Halford mismo declara que es una de sus canciones favoritas de la banda, un despliegue de velocidad y agilidad, un testimonio maravilloso que encarna lo que es el metal; además, agrega que a pesar de que todos van a mil por hora la melodía impacta, y que cree que se convirtió en una canción-estandarte para Judas Priest y también para el metal.

Solo 15 segundos bastaron para que Scott Travis se consolidara frente a la crítica y los fans como el baterista indiscutido de Judas Priest

3. FUE EL PRIMER DISCO CON EL BATERISTA SCOTT TRAVIS. En ese arte de recuperar la magia, Judas tenía como desafío buscar un contundente reemplazo para Dave Holland en la batería. El elegido para marcar el ritmo y conducir a la dupla Tipton/Downing fue el gran Scott Travis (ex Racer X), cuya carta de presentación al inicio del disco, en el tema homónimo, dejó fuera todo tipo de dudas. Ese poderoso solo con el que arranca “Painkiller” fue el punto de quiebre: forjó la identidad de Travis como miembro de Judas permanentemente y elevó el trabajo de parches y bombos, logrando transmitir las ansias de la banda por imprimir su sello en el sonido de la nueva década.

El productor Chris Tsangarides, fallecido en 2018

4. TAMBIÉN HUBO UN NUEVO PRODUCTOR. Además de la salida de Holland, la banda debía afrontar otro quiebre en el equipo ya que el productor Tom Allom dejó de ser parte del team Judas para iniciar su propio sello discográfico. Su reemplazo, Chris Tsangarides, viejo conocido que había trabajado en los inicios de su carrera en “Sad Wings…” y famoso por su trabajo con grandes bandas de los ochenta como Thin Lizzy, Anvil, Barón Rojo, Sinner, Gary Moore y Black Sabbath. En su rol de co-productor, mezclador e ingeniero de sonido, pudo plasmar el nuevo sonido que la banda pretendía.

Los dioses del metal en el banquillo de los acusados. Juicio Vance Vs. Judas Priest 1990

5. LA DEMANDA POR EL ÁLBUM SE VIO DEMORADA POR… UNA DEMANDA. La composición del álbum comenzó a finales de 1989, y la grabación en enero del 90 en los estudios Miraval en Francia. Tres meses después la banda finalizó la grabación en los estudios Wisseloord en Holanda. Judas quería lanzar el disco tan pronto como fuera posible, ya que se avecinaba una gran gira mundial con fechas programadas para los festivales de verano y querían que los fans conocieran las canciones antes. Sin embargo, la compañía CBS Records decidió atrasar el lanzamiento hasta que estuviese el veredicto del caso “Vance Vs. Judas Priest”, el fatídico juicio en el que la banda fue acusada de haber incitado al suicidio a dos jóvenes en diciembre de 1985 a través de mensajes subliminales escondidos en “Better By You, Better Than Me” del disco “Stained Class” (1978). El 24 de agosto de 1990 Judas Priest fue absuelto de todos los cargos en su contra y la compañía dispuso enseguida el lanzamiento para el 3 de septiembre. El disco entró en el ranking de Billboard en el puesto número 26 y a los cuatro meses ya era disco de oro. Más de dos millones de copias se han vendido, hasta la fecha, de “Painkiller” en todo el mundo.

Montaje de la extensa gira de 1991. Cuando las leyendas se reinventan, lo hacen con todo

6. «PAINKILLER» SERÍA EL ÚLTIMO DISCO DE JUDAS CON HALFORD POR MUCHO, MUCHO TIEMPO. La mega gira antes mencionada fue pospuesta para arrancar en 1991, pero el desgaste sufrido por el juicio y las tensiones crecientes entre Halford y el resto de la banda precipitaron un desenlace poco feliz. El cantante quería explorar de manera solista un metal más pesado y de un sonido más noventoso, pero la banda consideraba que debía dedicarse exclusivamente a Judas. En 1992 Rob anunció al resto del grupo, vía fax, que dejaba la banda para dedicarse a sus búsquedas solistas, plasmadas en tres proyectos: primero Fight, luego 2wo y finalmente Halford. Por su parte, tras tomarse un tiempo, Judas Priest volvió en 1996 incorporando al vocalista Tim “Ripper” Owens. Doce años después de su partida, Halford retornaría a Judas para tocar en el Ozzfest y componer nuevas canciones.

7. UN TOQUE DE BONUS TRACKS. Volviendo al disco en sí mismo, insistimos, es una joya de punta a punta. Lleno de gloriosos momentos como la punzante “Hell Patrol”, la ansiosa y penetrante “Metal Meltdown”, la gloriosa “All Guns Blazing” y la melódica “Between The Hammer & The Anvil”. Por su parte, el siguiente single, “A Touch Of Evil”, es una de las canciones de Judas más reproducidas hasta el día de hoy en cuanta plataforma se la busque, con climas vocales majestuosos como el imponderable e inconfundible clamor “you’re possesing me” y no, no podemos resistirnos a esa sádica sensualidad que expresa el toque de maldad. El último single, lanzado en 1992, “Night Crawler” nos interpela majestuosamente y nos pide tenerle cuidado a la bestia de negro que acecha por las noches. No se quedan atrás y están al mismo nivel las memorables “Leather Rebel”, “Battle Hymn” y “One Shot At Glory”. Todo este cóctel perfecto fue un despliegue de poder y contundencia de una banda que quería probarse a sí misma que todavía podía seducir y al mismo tiempo volar cabezas salvajemente. Para su remasterización de 2001, se incluyeron dos bonus tracks: “Living Bad Dreams” (grabado durante las sesiones de “Painkiller”, el cual deja en claro por qué había quedado afuera), y una versión en vivo de «Leather Rebel» grabada el 13 de septiembre de 1990 en Los Ángeles, que fue un bello regalo para los más acérrimos fans.

8. WILKINSON LES PUSO LA TAPA. La icónica portada fue ideada por la banda, quienes querían que la primera imagen de este Judas Priest revanchista fuese tan impactante y notable como el contundente contenido del álbum. Para su diseño, pensaron en modernizar el ángel de la portada de “Sad Wings of Destiny” (1976) y llamaron nuevamente al artista Mark Wilkinson, que había trabajado con ellos en la portada de “Ram It Down” (1988) y que aquí dio vida a ese ángel redentor metálico que cruza el cielo en una moto con forma de dragón y sieras en vez de ruedas. Para cerrar el concepto, en la contraportada se inmortalizó la frase «Tal como la humanidad se lanzó hacia las profundidades del abismo del caos eterno, los restos de la civilización gritaron por la salvación. De la redención surgió a través del cielo en llamas… The Painkiller».

Contraportada que sigue el concepto ideado por la banda

BONUS TRACK: En 2018 Judas Priest marcó nuevamente su vigencia como Metal Gods con el explosivo “Firepower”, el cual fue muchas veces referenciado como “el mejor disco de Judas desde Painkiller” y lo demostró una vez más para todo el público argentino en noviembre de ese año cerrando el Solid Rock en Tecnópolis. En 2020, ¡Judas Priest festeja nada menos que cincuenta años de carrera! Si bien tuvieron que reprogramar la extensa gira mundial para el 2021, esperamos con ansias volverlos a ver y escuchar las innumerables canciones ilustres que tiene planeadas la banda para ese festejo… eso sí, aseguramos que ningún show de Judas estará completo sin ver cómo el público y el mismísimo Halford dejan el alma para gritar “This is the Painkiller!”.

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